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Rarezas de un campus americano

En España hay ciertas cosas que llamamos, sin ningún reparo, “americanadas”.

Son esas rarezas que, cuando las vemos en el cine o en la televisión, sólo se nos ocurre decir: “esto sólo los americanos serían capaces de hacerlo”.

Y bastante razón tenemos cuando lo decimos…

En el campus de la Universidad de North Texas cada día ocurre algo nuevo. Está todo lleno de actividades, promociones, concursos, regalos… hasta un punto en el que te preguntas si estás en una universidad o en un centro turístico.

Uno de los ejemplos más curiosos es el de los evangelistas: dos o tres veces a la semana te encuentras en el cruce más concurrido de todo el campus a un evangelista de los muchos que rondan la zona, gritando a pleno pulmón que hemos de estar preparados para el día del juicio final.

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La gente se paraba a su alrededor para escucharle. Algunos hacían preguntas, otros intentaban demostrar

Siguiendo con otro tipo de eventos, llegamos a los deportivos. Los Dallas Stars, un equipo de hockey sobre hielo, montó un espectáculo para animar al público a asistir a su próximo partido. De repente la plaza principal del campus se llenó de gente bailando al ritmo de la música del DJ, tal y como ocurrió el semestre pasado en una concentración de fraternidades y sororidades.

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Otro día, Kiss FM monta un stand promocionando la radio, emitiendo su programa a través de unos altavoces que resonaban por todo el cruce del campus. Vamos, imposible no darse cuenta de que Kiss FM estaba por allí.

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Pero nada supera lo que he visto hoy a la mañana en el campus: un concurso de canto basado en American Idol (una especie de Operación Triunfo) y patrocinado por Fructis de Garnier.

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El concurso se titula “Cantando bajo la ducha” y animaba a los estudiantes que pasaran por el plató improvisado y, tras inscribirse en el concurso, cantaran la canción que quisieran delante del público y un jurado que decidiría al ganador. El finalista se llevaría unos tickets para la gran final del concurso de American Idol por televisión y hasta 5.000 dólares de premio.

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Y por supuesto, al estar patrocinado por Garnier (de ahí el título de “Cantando bajo la ducha”), había varios puestos de peluquería donde unos profesionales te peinaban antes de salir al escenario.

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¡Y todo esto ocurre en mitad de un campus universitario!

Sin embargo lo mejor siguen siendo los cochecitos de golf…

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